jueves, 12 de noviembre de 2009

Pequeños, os diré algo, la verdad no existe. Existe la falsa sinceridad y hay otra forma de denominarla: cinismo. Con esto no quiero decir que la felicidad no exista. La podemos conseguir, a partir del momento en que nos damos cuenta de que el odio, la maldad, la falsedad, y todas las cosas horribles que tratamos de olvidar, son una realidad.

Porque os diré algo, pequeños míos, quien no sabe odiar con lo más profundo de su alma, tampoco ama de todo corazón. Y aquí (tomarlo como excepción) estoy de acuerdo con San Agustin: "No todo el que sea malo llegará algún día a ser bueno, pero todo aquel que ha alcanzado la bondad ha pasado antes por la maldad."



Por lo demás, tras esta absurda (y muy probablemente inutil) reflexión, debo decir que mi noche se presenta interesante. Mi felicidad: en grados altísimos e incontrolables (como casí siempre, aunque no lo parezca). Y por eso, os dejo una maravillosa y relajantisima canción que he descubierto hace poco y que amo desde la primera vez que la escuché. Es excesivamente popera y tranquila para mi gusto pero no puedo dejar de tararearla.

http://www.youtube.com/watch?v=2PF2SSgje9w

Ya es de noche.

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