sábado, 7 de noviembre de 2009

Frío en los pies.


“Todo lo malo entra por los pies”-decía siempre mi padre. Tenía razón: desde un constipado hasta un escalofrío que te atraviesa el cuerpo pasando por la espalda. Cuando estoy triste siempre tengo los pies fríos. Y me meto en la cama. Pero es un frío de estos tan intensos que no se pasa. A lo mejor me toco los pies y no están fríos pero yo los sigo sintiendo adormilados y cosquilleantes. Debe ser algo psicosomático (por cierto, maravillosa palabra: PSI-CO-SO-MÁ-TI-CO).



Desde el jueves mis pies están siempre gélidos.

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