viernes, 23 de abril de 2010

-¿Qué quieres hacer?
Silencio. Quiero estar sola, pero no voy a decirtelo. También quiero que me abracen. Muy fuerte. Pero no quiero que me abraces tú.
-¿Vamos al cine?
Me miras. Nada.
-¿Quieres que paseemos por el centro? Podemos empaparnos con la lluvia...
Nada. Nada. Nada. Me miras desesperado.
-¿Qué quieres? Dilo. Hoy vamos a hacer lo que tu quieras.
Esbozo media sonrisa:
-Llevame a la luna.
No te lo piensas dos veces. Te retuerces para alcanzar la camiseta amarilla que tienes tirada en la parte de atrás del coche. Me vendas con ella los ojos y arrancas el coche. Salimos de allí deprisa.
No hablamos en todo el camino.
Al llegar, me quitas la venda ilusionado. No se donde estamos...
-¡El planetario!-susurras y te ries.
Y sonrío yo también.
-Lo llenas todo cuando sonríes. Y cuando estás triste también. No se como lo haces, pero lo llenas todo.
Te preguntó:
-¿Todo?
-Al menos, los 105 litros cúbicos del coche sí.

Y lo único que se me ocurre pensar es que no eres la persona adecuada para decirmelo. Y que espero llenar con mi sonrisa quinientos kilómetros a la redonda. Para que le lleguen a él, que está lejos, y se acuerde de mí y no de Cristina.

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