sábado, 26 de diciembre de 2009

Madrid.

Madrid es una ciudad delirante, estúpida, vibrante a veces, maleducada. MALEDUCADA en mayúsculas. Me gusta creer que me parezco a ella a veces (se me va cogiendo cariño con el tiempo). Y me gusta creer que es por eso por lo que me gusta. Porque se parece a mí. Porque me parezco a ella. Nadie está totalmente cuerdo en Madrid. Desde luego, nadie que haya "entrado" de verdad en Madrid. Mi padre vivió algunos años allí. Mientras estudiaba. Solía decirme: "yo entre en Madrid, pero ella no entró en mí, hija. Ella no entró en mí". Pues os confesaré algo: a mí se me ha metido hasta la médula.
Me gusta ir sola a cualquier sitio. Sentirme sola, sola, sola. Sola de verdad. Y libre. Nadie te mira, nadie te quiere, nadie se preocupa por ti. Puedes morir en un tu apartamento de un bloque de pisos y que nadie se de cuenta de tu defunción hasta que el olor putrefacto de tu carne se evade por debajo de la puerta y vicia el aire del descansillo. Y, en caso de que tengas animales de compañía, puede transcurrir incluso más tiempo (los gatos son más antropófagos que los perros, a pesar de ser más suaves). Pero, ¿no es eso la libertad? ¿Hacer lo que te de la gana, sin que nadie interfiera ni lo más mínimo, no es acaso libertad?
Por eso, y un poco por poder ir a ver la misma tarde el Prado y una puesta de sol en el templo de Debod, amo Madrid. Por eso, y por poder estar con vosotros, ahora echo de menos Madrid.

Ocho.

Me he levantado envuelta en sudor, nerviosa. Llevo ocho noches soñando contigo. Toda la puta noche. Eres ya una pesadilla.
El sueño: una cama de noventa, tu, yo. Y me acaricias el pelo, despacito. Y me hablas al oído, para que sólo tu y yo nos enteremos de lo que dices. Nos reímos, como no. Contigo siempre me rió. Es todo muy real. No es uno de estos sueños en los que todo esta blanquecino o de aquellos en los que todo parece una foto antigua, revelada en sepia. No, no. Estaba todo en su justo tono: jodidamente real.
Esto no puede seguir así. Estoy segura de que tu no sueñas conmigo. Si ni siquiera te preocupo cuando estas despierto...
En resumen: todo fatal. Ayer Navidad, ocho noches de insomnio contigo y los pies muy, muy, muy fríos. Como siempre, jodidamente fríos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Esta mañana granizaba en Madrid. El tiempo se ha puesto de acuerdo conmigo: debe ser que los dos nos sentimos igual. El granizo no es tan triste como la lluvia pero destroza. Destroza lo que encuentra a su paso. Y luego, cuando para de granizar y piensas que todo ha terminado, el suelo resbala. Mi vida, ahora, también resbala.

Hace dos días nevaba. Supongo que aquello era un aviso. Y ahora todo está destrozado. Quizás mañana, cuando me vaya por fin de aquí y vuelva a mi casa, con mi familia, con mis amigos, mi cama y mis libros, con mis cosas... Quizás mañana haga sol.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Quererte me duele, me duele, me duele. Me estás destrozando. Y lo peor es que no se que coño estoy buscando en ti. No se por qué no puedo dejar de mirarte cuando te tengo delante. ¿Por qué estoy tan jodidamente idiota? El amor no existe. El amor no existe. El amor no existe.


No. No existe. Ya estoy convencida. Pero tengo que descubrir tu extraña combinación de feromonas porque me estoy volviendo loca.